jueves, 1 de julio de 2010

. Diversidad sexual (homosexualidad, lesbianismo, bisexualidad, etc.)


DIVERSIDAD SEXUAL


La diversidad sexual, la orientación sexual y la identidad de género, son tres conceptos distintos y que aportan a nuestras vidas distintos matices y oportunidades. La diversidad sexual incluye a las personas intersexuales a las categorías tradicionales de mujer y hombre. Estas personas, nacen simultáneamente con órganos masculinos y femeninos en grados variables. Pero la lógica de la “normalidad” dominante, excluye esta posibilidad, y a muy temprana edad son sometidas a la cirugía de asignación de sexo para encajar en las dos únicas categorías de sexo aceptadas.

La identidad de género tiene que ver con los patrones socio-culturales que aprendemos en nuestra socialización temprana. Desde que nacemos, la sociedad nos asigna un género en base a nuestro sexo y espera que nos comportemos, actuemos y sintamos en base a esta condición. De no ser así, aquellas/os diferentes enfrentarán la burla, el rechazo y la exclusión.

Así, se espera de los hombres que sean dominantes, racionales, agresivos, ganadores, competitivos y poco expresivos. Mientras, las mujeres deben ser sumisas, serviciales, educadas, trabajadoras, responsables, etc. Esta lógica justifica y perpetúa el patrón de dominación de los hombres sobre las mujeres, como ha venido reivindicando el feminismo y más recientemente los estudios de masculinidades .

Pero sobretodo, limita el desarrollo humano de las personas para ser y sentir libremente, disfrutar de las diferencias, soñar, aspirar, comportarse y pensar con independencia del sexo al que pertenezcan. Así lo han reivindicado las personas transgénero, bigénero o intergénero, cuya identidad de género no se corresponde con la asignada al nacer. Y reivindican el derecho a autoidentificarse como hombre, mujer, ambos o ninguno, sin sufrir rechazo, discriminación y violencia por ser como son.

La orientación sexual, está íntimamente relacionada con las dos categorías anteriores. Se utiliza el término heteronormativo, para describir el sistema cultural de género que determina que las mujeres deben desear a los hombres y viceversa, estableciendo la heterosexualidad como norma. Por supuesto, esta ideología está basada en la función reproductiva de las mujeres, y determina la perpetuación de las
mujeres como reproductoras de la vida, destinadas al ámbito domestico y sin autonomía sobre sus cuerpos y su sexualidad.

Así, cualquier tipo de deseo que se salga de esta norma, ya sea la homosexualidad; el deseo hacia personas del mismo sexo, la bisexualidad; hacia personas de ambos sexos, o el deseo desde y hacia las personas transexuales, es discriminado, invisibilizado, privado de igualdad de derechos y oportunidades, e incluso penalizado en algunos países. Las parejas formadas por personas del mismo sexo y/o género, no tienen, en la mayoría de países de la región, los derechos que el matrimonio concede a las parejas heterosexuales; cobertura de la seguridad social, derecho a la adopción, derechos testamentarios de la pareja, la recepción del cuerpo cuando muere, etc.

El importante trabajo realizado por el movimiento social de liberación LGTB a favor del reconocimiento de los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, ha conseguido posicionar la lucha por los derechos sexuales como uno de los nuevos temas de derechos humanos, logrando cambios importantes en los últimos 25 años. Pero incluso al interior de este movimiento, ha habido discriminación de género, y las lesbianas han reivindicado su espacio y se han pronunciado contra la invisibilización a la que se ven sometidas.

Las personas LGBT sufren la discriminación de distintas formas: insultos, hostilidad, despido del lugar de trabajo, exclusión comunitaria e incluso leyes que penalizan con cárcel las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con consentimiento. A menudo experimentan la discriminación en los servicios de salud y son maltratadas/os por la policía. La discriminación y las agresiones en la escuela provocan que muchas personas LGBT sean expulsadas o abandonen los centros educativos, perdiendo la oportunidad de desarrollarse y conseguir empleos formales.

La homofobia se ha venido utilizando como arma contra el movimiento de mujeres, “acusando peyorativamente” a las feministas de lesbianas. Además, las mujeres han dependido históricamente de los hombres a nivel económico, por la exclusión que sufren en el mercado laboral y los roles reproductivos que desempeñan. Así, el disfrute de su sexualidad se ha visto invisibilizado y condicionado por la búsqueda de la supervivencia.

En el caso de los hombres, la respuesta social que han encontrado al vivir plenamente su sexualidad e identidad de género, ha sido la violencia e incluso los homicidios. Wezel (Wezel, 2001) afirma que existe una relación directa entre la homofobia y la denigración de los considerado femenino. La sociedad interpreta la homosexualidad de los hombres como una feminización de estas personas, y castiga duramente la “falta de virilidad”.


El estigma, la discriminación y la violencia contra las personas homosexuales y bisexuales (homofobia y lesbofobia) y contra la población transgénero, travesti o transexuales (transfobia), amenazan los esfuerzos para detener la epidemia de VIH y Sida en América Latina y el Caribe. Las evidencias indican que esta población, y especialmente los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), son desproporcionadamente afectados por la epidemia (ONUSIDA, 2009). Sin embargo la discriminación que sufren, incluso en los servicios de salud, dificulta que se hagan la prueba del VIH, busquen apoyo y reciban tratamiento antirretroviral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario